Te recorro entero cuando te pienso.
Desde el pelo que vira a gris
hasta las piernas hipóstilas
que te sostienen y me conducen.
Desde los ojos arcanos,
mirada hacia mundos pretéritos;
hasta esa boca imperfecta en la
que se me hunde el mundo.
Sin necesidad de evocarte estás ahí.
Presente en cada hálito.
Constante.
Sístole y diástole.
Te me cruzas sin permiso,
en cualquier instante.
Sorpresivo.
Te siento.
Te vivo.
Maravilloso! Se me ha erizado la piel
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🙂
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¡Cuánta potencia! Mejor dicho, es el mapa escrito de la geografía amada.
Un beso.
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Pensé: «Si Vero se atrevió a hablar de amor, ¡¡yo también!! 😀 😀
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¿Soy la culpable (fea palabra, ¿responsable? mejor) de la osadía? 😀 😀
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Me encantan los culpables. Fíjate en Eva, si no hubiera sido «culpable» de comer una manzana, no hubiéramos comido del árbol de la sabiduría 😉 Ser «culpable» (en positivo) suele ser sinónimo de «pionera que abre camino» 😀 😀
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