Nunca regresaste.
Todavía me buscas.
Mi tapiz inacabado,
acumula, de vida en vida,
penas y ausencias.
Alguna vez, la melancolía
se asoma a mis ojos
y me delata.
Me cansé de tu olvido y elegí.
Me dejé amar.
Pero ninguno eras tú.
Eterna condena
de abrazarte en otros brazos.
¿Qué canto de sirena te retiene ahora?
¿En qué isla aprendes a olvidarme,
eterno amado, de mi Ítaca ausente?
Se me ha erizado la piel al leerlo.
Eres grande, no dejes nunca de escribir y sentir.
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Gracias por tu comentario Toni, sigo intentando aprender cada día a escribir y a sentir más y mejor. ¡Abrazos!
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