Wisława Szymborska (1923-2012)
Mucho debo
a quienes no amo.
El alivio al enterarme
de que intiman con otros.
La alegría de no ser
el lobo de sus corderos.
En paz estoy con ellos,
y en libertad,
dos cosas que el amor no puede dar
ni sabe tomar.
No los espero
yendo y viviendo de la puerta a la ventana.
Con la paciencia
de un reloj de sol,
comprendo
lo que el amor no comprende;
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.
Entre una carta y una cita
no transcurre la eternidad,
sino solo días o semanas.
Los viajes son siempre perfectos a su lado,
los conciertos se escuchan,
las catedrales se visitan,
y los paisajes se contemplan.
Y cuando siete montes y ríos
nos separan,
son montes y ríos
señalados en el mapa.
Suyo es el mérito
de poder yo vivir en tres dimensiones,
en un espacio no lírico y no retórico,
frente a un horizonte movedizo y, por tanto, real.
Ignoran
cuánto me entregan sus manos vacías.
«Nada les debo»,
diría el amor
acerca de tan discutible cuestión.
¡Excelente!
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